En el ABC Semanal de hace unos días (no recuerdo exactamente
la fecha), la imagen del actor David Matarín inundaba la portada. Salía con los
brazos en jarras, y de cara a la cámara con un rostro que parecía decir: “¿Qué
estás mirando?”
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Buen frase para un título, pero equivocada. |
El título que le acompañaba era: “Generación Y (yo, yo, yo)”
y especificaba: “Nacieron entre 1986 y 2002. Son narcisistas, vagos y
tecnoadictos, pero van a cambiar el mundo… y hasta mejorarlo. Le contamos por
qué.”
Gran fail de entrada. Yo me pregunto: ¿Cómo una panda
de narcisistas, vagos y tecnoadictos van a mejorar el mundo? Veo agujeros en la
afirmación por todos lados. Es imposible que un tipo que no da palo en toda su
vida, y que lo único que le preocupa es su propia comodidad, vaya a cambiar el
mundo para bien. Primero se tendría que levantar de su cama y decidir hacer
algo.
¿Por qué leí este artículo? Pues por la simple razón de que
yo pertenezco, según ellos, a la Generación Y, a la de los millenials.
Tengo que admitir que en parte llevan razón: entre 1986 y
2002 hay una alarmante cantidad de personas que no han cogido un libro en toda
su vida (los obligados del colegio no cuentan) y que su imaginación y
creatividad están enterradas en un rincón abandonado de su cerebro. Pero de
esos hay en todas las generaciones, sean Y, X, Z o cualquier letra que se les
ocurra.
El título perfecto sería: “Generación Y (yo, yo, yo): se
encuentran en todas las épocas, pero hay peligro de que inunden la franja de
los millenials.”
En el grueso del artículo dicen que somos unos niños
malcriados que se miran el ombligo, y cuyas habitaciones se encuentran llenas
de trofeos, diplomas y premios, porque nuestros padres pensaron que aumentarnos
la autoestima sería la clave de nuestro éxito en la vida.
Me gustaría corregir algunos aspectos, que iré enumerando
uno por uno, para dar a entender que la Generación Y no se encuentra
conglomerada en un límite de tiempo, sino que están por todas partes, ya sea en
mayor o en menor cantidad:
1)
Los niños de hoy en día están todo
el día wasapeando y haciéndose selfies absurdos en toda situación
posible. Es cierto, pero se equivocan en algo: la generalización es un error
común, pero no deja de ser un error. Conozco a un montón de gente
(lamentablemente) que se identifica con este perfil; pero también sé de otros
muchos, cuyo último entretenimiento sería hacerse fotos poniendo morritos con un
amigo, y colgarlas en Instagram diciendo: “Tarde 10 con Sofii <3 Hermanas de
por viida tk goordii”. Que yo sepa, hay muchos adultos que imitan a sus hijos y
se hacen selfies en conciertos o quedadas con colegas de la infancia.
Por no decir a esos adictos al Whatsapp: no nos engañemos, todos hemos visto a
gente de treinta para arriba sentada en una cafetería, tecleando furiosamente
el móvil y sin probar su café (que el pobrecillo no tiene función hasta que el
adulto en cuestión deja su teléfono).
2)
Somos niños malcriados, vagos,
narcisistas y tecnoadictos, que nos hemos criado entre algodones. Pues de nuevo
se encuentran en una tremenda equivocación. Mucha gente trabajadora, humilde y
generosa, que se deja la piel en sus estudios o en conseguir un empleo estable,
se indignarían al oír esta afirmación. Porque niños malcriados hay en todas las
épocas, y el hecho de que haya más en la mía, es perfectamente lógico: La
Movida, con su concepto de libertad mal entendido (yo hago lo que me da la
gana), la sexualidad desenfrenada (donde ocho novios pueden ser ochenta),
emergencia del sentido materialista de la vida (donde hay un desapego a la fe),
y la ruptura con todo lo anterior (algo totalmente estúpido, ya que lo nuevo se
construye necesariamente sobre lo viejo. La arquitectura, la historia, el arte…
Aunque claro, hacer comprender a miles de adolescentes con las hormonas
disparadas que todo lo que hacían sus padres no tiene por qué ser malo, puede
ser peligroso). Todo eso, que ha sido transmitido a los jóvenes de hoy, ha
producido que el número de adolescentes Y se haya multiplicado.
3)
El tema de las habitaciones llenas
de trofeos, medallas, diplomas, y demás premios que nuestros padres nos han
animado a colocar para, según el artículo, ver aumentada nuestra autoestima (ya
que creen que eso es la clave para conseguir el éxito). Bueno, colgar un diploma de graduación de Infantil a Primaria en la pared, no significa que tu mayor logro haya sido aprender las letras. ¿Qué
tiene de malo exhibir los trofeos? A todo el mundo le gusta ser admirado, tener
su habitación con medallas y premios no significa que seamos narcisistas. Es
solo que nos enorgullecemos de lo conseguido (o que nos da pereza quitar el
diploma de antaño porque le hemos cogido cariño).
Total, ¿cuál es mi opinión final?
Pues eso, que Generación Y hay en todos lados, y seguro que
en la Edad Media había una gran cantidad (no hay más que mirar a los nobles de
la clase alta, o al rey que se creía elegido por Dios) de ellos. Decir que los millenials
son la Generación Y es equivocarse completamente. El que haya más cantidad de
ellos entre 1985 y 2002 no quiere decir que se encuentren todos ahí. Y de
hecho, me gustaría decir una cosa: ¿Soy la única que piensa que los verdaderos
niños (ojo, he dicho niños, no adolescentes) tecnoadictos son los nacidos en
los siguientes años? Yo me pasé mi infancia viendo películas Disney, pasando el
rato con las Barbies, saltando en el parque de bolas y jugando al pilla-pilla o
al Liebre.
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El poder hipnotizador de la tableta, que a día de hoy tiene más víctimas. |
Hace tiempo oí una frase: “Ahora los niños de ocho años
tienen tableta, móvil, Iphone, PlayStation…” Muchos de ellos concuerdan con esta definición, pero no todos. ¿Y qué hay de la generación de nuestros abuelos? ¿También había algún G.Y. por ahí? Pues seguro que si recorremos de punta a punta todo el planeta, encontramos unos cuantos. En menor cantidad, pero los encontramos. Esto demuestra que la Generación Y no
solo pertenece a los alrededores del segundo milenio. Pueden decirlo, si
quieren, pero la cruda realidad es que dichas personas existieron, existen, y
existirán toda la vida.
¿Qué la Generación Y es la de los millenials? Entiendo que su número ha crecido peligrosamente, pero este tipo de gente no va a existir solo en un tiempo determinado. La Generación Y nos ha acompañado
durante toda la historia de la humanidad; podemos añadirles adjetivos (como
tecnoadictos) o quitárselos (como elegidos de Dios por encima de los demás),
pero seguirán siendo los mismos. Y hasta que no nos espabilemos e intentemos
mejorar, me da a mí que cuando el Sol trague a la Tierra todavía habrá alguno que
dirá: “ ¡Soy demasiado guapo para morir así!¡Y espera! ¡Tengo que responder a un Whatsapp!”.
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